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Porque el día de la venganza está en mi corazón;
el año de mis redimidos ha llegado.
Miré, y no había quien ayudara,
y me maravillé de que no hubiera quien me sostuviese.
Entonces me salvó mi propio brazo
y mi ira me sostuvo.
Con mi ira pisoteé a los pueblos,
los embriagué con mi furor
y derramé en tierra su sangre.

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